PÉREZ-REVERTE,ARTURO
En esta sexta entrega de «Las aventuras del capitán Alatriste» la  acción transcurre de las costas de Berbería a las bocas de Constantinopla: desembarcos, saqueos, abordajes, corsarios, piratas y  esclavos, cuando el Mediterráneo era un mar español.«Durante casi dos años serví con el capitán Alatriste en las galeras de  Nápoles. Por eso hablaré ahora de escaramuzas, corsarios, abordajes,  matanzas y saqueos. Así conocerán vuestras mercedes el modo en que el  nombre de mi patria era respetado, temido y odiado también en los mares  de Levante. Contaré que el diablo no tiene color, ni nación, ni bandera;  y cómo, para crear el infierno en el mar o en la tierra, no eran menester más que un español y el filo de una espada. En eso, como en casi todo, mejor nos habría ido haciendo lo que otros, más atentos  a la prosperidad que a la reputación, abriéndonos al mundo que habíamos  descubierto y ensanchado, en vez de enrocarnos en las sotanas de los  confesores reales, los privilegios de sangre, la poca afición al  trabajo, la cruz y la espada, mientras se nos pudrían la inteligencia,  la patria y el alma. Pero nadie nos permitió elegir. Al menos, para  pasmo de la Historia,  supimos cobrárselo caro al mundo, acuchillándolo  hasta que no quedamos uno en pie. Dirán vuestras mercedes que ése es  magro consuelo, y tienen razón. Pero nos limitábamos a hacer nuestro  oficio sin entender de gobiernos, filosofías ni teologías. Pardiez. Éramos soldados.»La crítica ha dicho...
«¿Título menor? Digo esto convencido de la necesidad de zafar a la serie  de Alatriste del sambenito de su carácter secundario, menor, y porque se  hace preciso celebrar la dificultad inherente a la empresa de dotar a  cada situación de su propio sentido léxico, a favor de un significado  que lleva la novela histórica a un lugar de exigencia olvidado hoy por  casi todos, excepto quizá por Umberto Eco, que igualmente se ha comprometido en recrear con precisión cada época convocada.»
José María Pozuelo Yvancos,  ABC